La manera más habitual de no ver alguna cosa consiste en verla demasiadas veces. Los viejos rótulos comerciales diseminados a lo largo del paisaje urbano de nuestras ciudades son un ejemplo de ello. El acelerado proceso de transformación de los barrios antiguos hace que un día, de repente, los echemos de menos, junto con el resto de ingredientes suprimidos paso a paso del paisaje cotidiano, hasta entonces casi invisibles, y reparemos en aquellos elementos que todavía sobreviven. Con su sintética elocuencia, enriquecida por los años, los rótulos comerciales resultan especialmente eficaces en su capacidad evocadora, y desde el presente los percibimos como algo más que meras señales indicadoras: más allá de su carga histórica apreciamos su interés tipográfico, su belleza atemporal.

Las entradas de este blog tienen una doble vertiente: documentación del pasado y recuperación y reelaboración gráfica. Juan Nava nos propone mirar aquellos letreros tradicionales —los que siguen en pie y los que ya han caído— como si los tuviéramos por primera vez delante de nuestros ojos, y subrayar la validez actual de unos trabajos anónimos que fueron realizados sin pretensiones artísticas.

La visión de rótulos ya desaparecidos pueden plantear interrogantes relacionados con el cambio y la conservación del entorno urbano, pero para que esa no sea la cuestión principal las fotografías han sido objeto de una reelaboración que rompe la escala y la perspectiva del objeto físico original, lo acota, elimina el ruido histórico. Este proceso se completa con un trabajo de limpieza mediante el redibujado digital de los rótulos en un color neutro, libre de contexto, que permite el estudio o el disfrute de sus cualidades más puramente tipográficas.

El resultado defiende la vigencia estética de aquellos letreros de origen casi siempre modesto, y reivindica el buen oficio de los antiguos rotulistas, un gremio artesanal prácticamente extinguido. Las propuestas quedan a disposición de visitantes y usuarios ocasionales a quienes quizá intriguen los resultados obtenidos en una época en que al ordenador ni se le conocía ni se le esperaba.

Jorge García

 


The most common way to not see something is to see it too many times. The old commercial signs scattered across the urban landscape of our cities are an example of that. The accelerated process of transformation of the old neighbourhoods makes that one day, suddenly, we miss them, along with the remaining ingredients step by step suppressed from the everyday landscape, until then almost invisible, and then we pay attention to those elements that still survive. With its synthetic eloquence, enriched by the years, commercial signs are especially effective on their ability evocative, and from the present we perceive them as more than mere signposts: beyond their historical significance we appreciate their typographical interest, their timeless beauty.

The entries in this blog are twofold: documentation from past times and recuperation and graphical rework. Juan Nava proposes to us have a look to those traditional signs –to the ones that are still standing and those who have fallen- as if we had them for the first time in front of our eyes, and highlight the current validity of some anonymous works that were made without artistic pretensions.

The view of now disappeared signs may raise questions related to the change and the conservation of the urban environment, but for that to not be the main issue, pictures have been reworking for breaking the scale and perspective of the original physical object, it’s been narrowed, historic noise has been suppressed.  This process is completed with a cleaning job through digital redrawing of the labels in a neutral colour, context-free, allowing the study or the enjoyment of purely typographic qualities.

The result supports the aesthetic validity of those signs mostly from modest backgrounds, and claims the good offices of the ancient sign makers, a craft guild virtually extinct. The proposals are available to visitors and to casual users who might be intrigued by the results obtained in a time when the computer was unknown and unexpected.

Jorge García